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Los siguientes siete reglas, dos de las cuales provienen directamente del Tibetano, pueden ayudar a garantizar el éxito de cualquier colaboración entre grupos:
- Establecer una intención clara y formal, y sin reservas, con el fin de precipitar la forma mental y anclarla en el plano físico.
- Trabajar con una comprensión conjunta de la misión de cada grupo, la cual debe ser un sostén, o una externalización del trabajo jerárquico y en servicio al Plan.
- Abandonar o sacrificar la antigua tendencia a criticar y a inmiscuirse en el trabajo de otro y, así, conservar la integridad del grupo interno. Muchos planes para el servicio han sido desviados y muchos trabajadores han sido también obstaculizados por la crítica más que por cualquier otro factor. (PE2: 108)
- Abandonar el orgullo mental que considera correctas y verdaderas sus modalidades e interpretaciones, y las de los demás, falsas y erróneas, lo cual conduce a la separación. Adhesión al camino de integración, el del alma, no el de la mente. (EP2: 108)
- Anclar la colaboración en la clara conciencia y en el respeto de las fortalezas únicas de cada grupo.
- Reconocer que existen diferencias culturales que influyen en la forma en que funciona cada grupo y en la forma en la que se comunica, en particular modo prestar atención a la diferencia entre las culturas basadas en el individualismo y en el colectivismo.
- Establecer criterios de responsabilidad entre grupos.